Los mitos en torno a la alimentación infantil son tan variados como extendidos, y desmontarlos es fundamental para garantizar una nutrición adecuada y saludable para nuestros niños. A menudo, estas ideas erróneas se transmiten de generación en generación, convirtiéndose en parte de nuestras prácticas diarias sin cuestionamiento alguno.
Hay tantos que tendríamos que estar horas hablando de ellos desterrando la mayoría. Lo cierto es que crecemos oyendo unas cosas de nuestras madres o abuelas, nuestras amistades nos cuentan otras, y finalmente el pediatra nos dice todo lo contrario.
En todo este mar de información, alguna errónea, otra con cierta base, los padres y madres nos perdemos y ya no sabemos qué pensar.
En este artículo, vamos a explorar y desmentir algunos de los mitos más comunes que rodean la alimentación de los más pequeños, proporcionando un enfoque basado en la evidencia científica para ayudarte a tomar decisiones informadas sobre la dieta de tus hijos.
Algunos mitos sobre la alimentación infantil
- “La leche, nunca debe tomarse con fruta”. Esto, como tantos otros mitos, no está justificado científicamente pero hay quien piensa que mezclar estos alimentos puede causar problemas gastrointestinales, cosa totalmente incierta, porque entre otros productos que ingieren los niños están los batidos de leche con frutas como el plátano, las fresas o los melocotones.
- “Los alimentos integrales son mejores”. A pesar de que sí poseen muchos nutrientes, estos productos no deben darse a los niños en sustitución de los mismos productos “no integrales” porque su gran cantidad de fibra puede ocasionarles molestias intestinales. Solo deben sustituirse si el pediatra lo recomienda porque el niño no sea tan pequeño y sufra estreñimiento.
- “El pan engorda”. El pan contiene hidratos de carbono que dan energía y no engorda tanto. No se debe abusar pero desde que el niño cumple un año puede tomar entre una y dos rebanadas de pan blanco al día pues potencia el sabor de los alimentos a los que acompaña, por lo que se aconseja a los niños inapetentes. A los tres, cuatro y cinco años puede tomar un bocadillo diario de 10 centímetros.
- “El biberón no se puede calentar en el microondas”. Si bien es más beneficioso calentarlo por otros medios, no hay problema en utilizar en microondas para calentar la leche del bebé siempre que se tomen unas precauciones: que el plástico del biberón sea apto para el microondas, si no, es mejor calentar la leche en un vaso y luego echarla en él; no hay que calentar en exceso la leche o el agua porque aunque el recipiente esté templado, el contenido puede estar mucho más caliente y quemar al bebé. Para evitar todo esto, lo mejor es agitar bien la leche caliente y echar unas gotas sobre la muñeca para comprobar su temperatura.
- “Si hace calor, dale bebidas frías”. Ni los niños ni los adultos debemos tomar bebidas frías si tenemos mucho calor pues podrían ocasionarnos espasmos estomacales. Lo mejor es aligerarnos de ropa, ponernos a la sombra y tomar pequeñas cantidades de agua fresca pero no fría.
- “Necesita tomar suplementos vitamínicos”. Esta era una idea de una época en la que la alimentación era deficitaria. Hoy en día tenemos gran cantidad de alimentos que aportan vitaminas y minerales por lo que no necesitamos dar suplementos a los niños a menos que lo indique el pediatra en casos concretos. Además, las vitaminas que mejor se asimilan son la de los alimentos.
- “Los niños gorditos están bien alimentados”. Esto hoy en día es síntoma de obesidad infantil y no como antiguamente cuyo problema era la desnutrición.
- “Poner cacao a la leche no es bueno”. Al contrario, ya que además de darle un rico sabor, favorece que los niños inapetentes tomen leche y su valor nutritivo es adecuado, es bajo en grasas y rico en hidratos de carbono que proporcionan energía inmediata. Deben empezar a tomarlo a partir del año y medio o dos años pues antes puede resultarles difícil de digerir.
- “Pan de molde mejor que pan blanco fresco”. Todo lo contrario, ya que aunque no lo parezca, el pan de molde tiene mucha más grasa que el pan blanco tradicional (el 10% frente al 1%). Así que es preferible dar a los niños un bocadillo antes que un sándwich.
- “Hay que prohibir los helados, pues engordan y no alimentan”. Esto no es cierto si el helado es de buena calidad ya que si lo es, resulta nutritivo y digestivo. Su base es la leche por lo que son ricos en calcio, fósforo y proteínas, además de ciertas vitaminas. Además, no engordan tanto aunque no deben tomar más de uno al día y no antes de las comidas. Por otro lado existen los polos cuya base es el agua, en este caso, es mejor dar a los niños sorbetes pues contienen zumos de frutas. Eso sí, mejor helados caseros.
- “De postre, siempre fruta”. No siempre pues puede aburrir a los niños. Lo mejor es ofrecerle la fruta en otros momentos del día (hasta tomar dos o tres piezas diarias) o presentársela de diferentes formas: en compota, macedonia… Se le pueden ofrecer también otros postres nutritivos como natillas, flan de huevo, helados sin azucar, o yogur casero.
- “Las chucherías prohibidas”. Es imposible que un niño no tome alguna de vez en cuando. Por lo tanto lo mejor es que tarde en conocerlas y una vez las haya probado, darle solo ocasionalmente las menos malas como un poco de regaliz que favorece la digestión, unas chocolatinas que aportan calcio o una piruleta que al chuparse, no se pega tanto en los dientes. Hay que evitar las gominolas y los chicles principalmente.
- “Para evitar resfriados, zumo de naranja”. Es una idea muy extendida, pero no existe ninguna investigación seria que afirme esta hipótesis. No obstante, la naranja o el limón aportan mucha cantidad de vitamina C, pero no parece que sea algo que actúe directamente contra los gérmenes que causan los catarros. Lo mejor para combatirlos es mantener una alimentación equilibrada.
- “Que no tome legumbres, que producen gases”. Es cierto que son flatulentas pero esto no es motivo para que los niños no las tomen ya que contienen muchos nutrientes que deben introducirse en la dieta del niño a partir del año. Para evitar que provoquen gases se puede añadir al agua de cocerlas un poco de comino, laurel o hinojo, o dárselas en niño en puré.
- “No debe comer derivados lácteos como el petit pues aportan mucha grasa”. No es cierto porque los petit pueden formar parte de la dieta de los niños pues se engloban en el grupo de los quesos bajos en grasa y su contenido es similar al del yogur entero, un 4%, y su valor nutritivo es muy alto.
- “La leche de vaca hace que el niño tenga mocos”. Otra creencia sin explicación científica. Algunos padres cuando los niños se resfrían sustituyen la leche de vaca por leche de soja o de almendras, pero los pediatras dicen que la leche de vaca solo debe sustituirse si existe alergia o intolerancia a la proteína de esta leche.
- “Para que crezca, dale muchas proteínas”. Son nutrientes esenciales en la dieta diaria del pequeño pero, según la Asociación Española de Pediatría, estas deben ser el 15% de la alimentación total del niño de 1 a 6 años para evitar un exceso de proteínas en la alimentación infantil. Del resto, el 50% deben ser hidratos de carbono y el 35% grasas.
- “Las espinacas contienen mucho hierro”. Es un producto sano pero no es cierto que contengan tanto hierro como se cree, más bien al contrario, aportan poco y además no se absorbe muy bien. Y es que el hierro de los vegetales se absorbe peor que el de origen animal. Algunos alimentos que sí contienen mucho hierro son el huevo, las sardinas, el marisco o la carne.
- “Los productos ‘sin azúcar’ son más saludables para los niños”: A menudo se piensa que los alimentos etiquetados como “sin azúcar” son automáticamente una opción más saludable, pero estos productos pueden contener edulcorantes artificiales o altos niveles de grasas naturales y otros aditivos que no son necesariamente mejores para la salud infantil.
- “Evitar los huevos para prevenir alergias”: Hubo un tiempo en que se recomendaba evitar introducir huevos en la dieta de los niños pequeños debido al riesgo de alergias. Sin embargo, investigaciones recientes sugieren que la introducción temprana de huevos durante la alimentación complementaria puede ayudar a reducir el riesgo de desarrollar alergia a este alimento.
Desmitificar las creencias erróneas sobre la alimentación infantil no solo es esencial para mejorar la nutrición de nuestros niños, sino también para educar a las futuras generaciones sobre cómo tomar decisiones alimenticias basadas en la ciencia y no en el mito.
Al entender la verdad detrás de estos mitos, podemos fomentar hábitos alimenticios saludables que apoyen el desarrollo y bienestar de los niños desde una edad temprana.
Recuerda siempre consultar con un pediatra o un nutricionista pediátrico para obtener asesoramiento personalizado y adecuado a las necesidades de tu hijo. Juntos, podemos construir una base sólida para la salud futura de nuestros pequeños.